¡Qué bueno es recordar cosas buenas! Me acuerdo de cuando estaba en la escuela primaria y mi interés por la lectura iba aumentando; en tercero los libros tenían dibujitos más interesantes y textos más completos que en los grados anteriores, en cuarto y quinto la diferencia ya era más notoria, iba madurando la letra y también yo; este "vitrineo" me estaba cautivando. Recuerdo que la mayoría de lecturas eran de fábulas, poesías, fragmentos de cuentos y de novelas, los autores que me llegan a la mente eran Juana de Ibarbourou, Leon Tolstoi, Ramón Emilio Jiménez, Juan Bosch, Rabindranath Tagore, Gabriela Mistral, Antoine de Saint-Exupéry, Bosch, Alix, Esopo, entre otros. Este último me es de grata recordación por sus fábulas, pues estas me gustaban muchísimo, calaban en mi mente infantil.
Pensando a lo lejos me pregunté ¿quién era Esopo exactamente? Parece desinterés que sus escritos fueran mis favoritos de una época y no conociera más nada de él a excepción de que era griego. Investigué al escritor y sobre lo que escribía.
Hay afirmaciones distintas sobre su origen, según una tradición muy difundida, nació en Frigia (el Esopo es un río frigio), otros lo hacen originario de Tracia, Samos, Egipto o Sardes. La afirmación más aceptada fue la de que vivió en la Grecia Antigua en el siglo VII a.C. La vida de Esopo es algo misteriosa, en la época clásica su figura real se vio rodeada de elementos legendarios e incluso se ha puesto en duda su existencia por algunos historiadores. Sobre él se conoció una gran cantidad de anécdotas e incluso descripciones sobre su físico recogidas en la "Vida de Esopo", escrita en el siglo XIV por Planudo, un monje benedictino, si bien es dudosa su validez histórica.
Una de las historias que se cuentan de Esopo es que fue esclavo de un tal Jadmón o Janto de Samos, que le dio la libertad. Debido a su gran reputación por su talento para el apólogo, el rey Creso le llamó a su corte, le colmó de favores y le envió después a consultar al oráculo de Delfos, a ofrecer sacrificios en su nombre, y a distribuir recompensas entre los habitantes de aquella ciudad. Irritado por los fraudes y la codicia de aquel pueblo de sacerdotes, Esopo les dirigió sus sarcasmos y, limitándose a ofrecer a los dioses los sacrificios mandados por Creso, devolvió a este príncipe las riquezas destinadas a los habitantes de Delfos. Éstos, para vengarse, escondieron entre los equipajes de Esopo una copa de oro consagrada a Apolo, le acusaron de robo sacrílego y le precipitaron desde lo alto de la roca Hiampa. Posteriormente se arrepintieron, y ofrecieron satisfacciones y una indemnización a los descendientes de Esopo que se presentaran a exigirla; el que acudió fue un rico comerciante de Samos llamado Jadmon, descendiente de aquel a quien Esopo perteneciera cuando fue esclavo.
Esa historia está obviamente rellena de fantasía, lo que sí parece cierto es que Esopo fue un esclavo, y que viajó mucho con su amo, el filósofo Janto. Sus fábulas se utilizaban como libro de texto en las escuelas y Platón dice que Sócrates se sabía de memoria los apólogos de Esopo. El pueblo de Atenas encargó al escultor Lisipo la realización de un busto del poeta.
Ahí está el punto, las fábulas son una manera de inculcar valores en los niños para que vayan creciendo con ellos, un buen método para que las enseñanzas le parezcan más diversión y menos sermón. Las fábulas y los apólogos fueron utilizados desde la Antigüedad grecorromana por los esclavos pedagogos para enseñar conducta ética a los niños que educaban. Una fábula es un texto de juegos protagonizado por animales que hablan y escrito en prosa o verso con una intención didáctica de carácter ético y universal formulada la mayor parte de las veces al final, en la parte denominada moraleja. Francisco Martín García, gran estudioso del tema, la define como:
Un relato más bien corto, donde pueden intervenir animales, hombres, dioses, plantas y personificaciones, habitualmente con carácter ficticio y siempre con valor simbólico, que puede ser una narración entretenida, útil y bien pergeñada, y que busca enseñar deleitando mediante el ejemplo y la crítica social. Estas se diferencian de los apólogos en que éstos son más generales y en ellos pueden intervenir además hombres y personajes tanto animados como inanimados.
Las fábulas son excelentes instrumentos didácticos pues ayudan a grabar en la mente ideas y pensamientos morales de modo inolvidable.En este enlace pueden encontrar las fábulas de Esopo, anímense, son textos cortos:
¡Hasta pronto!