El tema de la dolarización sale al tapete cada cierto tiempo. Hay economistas coherentes que siempre la han defendido como el ex gobernador del Banco Central, Bernardo Vega, quien conoce bastante bien el tema. Pero la intención de esta entrega no es destacar las bondades o perjuicios que pudiera tener este proceso mediante el cual el país adoptaría una moneda extranjera como la de circulación ofi cial interna (en este caso el dólar norteamericano).
Se dice que en los países dolarizados las tasas de interés son bastante bajas y estables, así como la infl ación. Además, la competitividad de los sectores productivos exportadores puede hacerse más efectiva. Sin embargo, otros analistas expresan que ese proceso no es el más conveniente para la economía de un país como República Dominicana. Los argumentos y el debate económico sobre el tema pueden ser buenos, pero por favor, por favor, no incluyan en el argumento de oposición la llamada “pérdida de la soberanía” por el hecho de adoptar una moneda de otro país.
Lo digo porque existen naciones de la región, como Panamá y El Salvador, que tienen su economía dolarizada y no han perdido su soberanía e independencia como países. A eso se agrega el elemento histórico relativo a República Dominicana. La realidad es que los dominicanos no tuvimos una moneda propia ofi cial hasta 103 años después de nuestra independencia.
Es decir, la independencia nacional y fundación de la República Dominicana fue en el año 1844, mientras que la creación del peso dominicano, la moneda ofi cial del país, se produjo en el año 1947, el mismo año en que se pagó la deuda externa y se creó el Banco Central de República Dominicana.
¿Los dominicanos no tenían soberanía antes de 1947? Yo creo que la teníamos.
Pero hay algo más. La moneda nacional, el peso dominicano nació durante el período de gobierno de uno de los dictadores más crueles de Latinoamérica. Fue el dictador Rafael Leonidas Trujillo el que dispuso el pago de la deuda externa del país y la creación de la moneda nacional, por lo que argumentar que se pierde la soberanía y la independencia del país por el hecho de adoptar una moneda externa es hasta cierto punto paradójico o contradictorio.
La discusión sobre la conveniencia o no de la dolarización no es mala y se va a extender por años en determinadas épocas y coyunturas. Pero ojalá que los argumentos de un lado y de otro sean eminentemente económicos y que no lo liguen con el tema con la nacionalidad y la independencia del país. Una cosa no tiene nada que ver con la otra.
¡Hasta pronto!
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